Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

miércoles, 15 de octubre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 15-10-2025: «Caminar junto a Cristo Resucitado significa experimentar que somos cuidados, saciados de nuestra sed y reconfortados en las pruebas y dificultades»

* «Jesús desde su nacimiento hasta su resurrección, en la que nos revela esa luz que salva y transforma la realidad humana. Como escuchamos en el Evangelio, Él nos promete “vida en abundancia” porque hemos sido creados para una vida en plenitud, para una vida nueva en Cristo. Este deseo coincide con la esperanza que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Cristo Resucitado es también el punto de llegada de nuestro caminar. Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido. Somos criaturas frágiles. El error forma parte de nuestra humanidad, es la herida del pecado que nos hace caer, renunciar, desesperar. Resurgir significa sin embargo volver a levantarse y ponerse de pie. El Resucitado garantiza la llegada, nos conduce a casa, donde somos esperados, amados, salvados»


 15 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- “Caminar junto a Jesús, con nuestra condición de creaturas frágiles, significa experimentar que somos cuidados, saciados de nuestra sed y reconfortados en las pruebas y dificultades de nuestra vida” ha dicho el Papa León XIV en su catequesis en la audiencia General en la Plaza de San Pedro.

El Pontífice ha iniciado la última parte del ciclo jubilar "Jesucristo, nuestra esperanza" y ha abierto el capítulo "La resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual" con la reflexión "El Resucitado, fuente viva de la esperanza humana". El Pontífice ha indicado que Jesús es el “compañero de viaje” que nos sostiene en el camino no siempre fácil de nuestra vida. “Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta".

Una plaza de San Pedro repleta de fieles ha acogido hoy al Papa León XIV. Como de costumbre, antes de iniciar su reflexión, el Papa ha saludado desde el papamóvil a los numerosos fieles allí reunidos. En esta ocasión, la presencia de unos 60.000 peregrinos ha conducido al Pontífice más allá del hemiciclo de Bernini, a lo largo de la Vía de la Conciliación, en medio de una animada multitud. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 15 de octubre de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. IV. La resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual.  1. El Resucitado, fuente viva de la esperanza humana. (Jn 10,7.9-10)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


En las catequesis del Año jubilar, hasta este momento, hemos recorrido la vida de Jesús siguiendo los Evangelios, desde el nacimiento a la muerte y resurrección. De este modo, nuestra peregrinación en la esperanza ha encontrado su fundamento firme, su camino seguro. Ahora, en la última parte del camino, dejaremos que el misterio de Cristo, que culmina en la Resurrección, libere su luz de salvación en contacto con la realidad humana e histórica actual, con sus preguntas y sus desafíos.

Nuestra vida está marcada por innumerables acontecimientos, llenos de matices y de vivencias diferentes. A veces nos sentimos alegres, otras veces tristes, otras incluso satisfechos, o estresados, gratificados o desmotivados. Vivimos muy ocupados, nos centramos en alcanzar resultados, llegamos a alcanzar metas también altas, prestigiosas. Y viceversa, permanecemos suspendidos, precarios, esperando éxitos y reconocimientos que tardan en llegar o nunca llegan. En resumen, nos encontramos experimentando una situación paradójica: quisiéramos ser felices, pero es muy difícil conseguirlo de forma continuada y sin sombras. Aceptamos nuestras limitaciones y, al mismo tiempo, tenemos el impulso irreprimible de intentar superarlas. En el fondo, sentimos que siempre nos falta algo.

En verdad, no hemos sido creados para la falta, sino para la plenitud, para disfrutar de la vida y de la vida en abundancia, según la expresión de Jesús en el Evangelio de Juan (cfr 10,10).

Este deseo grande de nuestro corazón puede encontrar su última respuesta no en los roles, no en el poder, no en el tener, sino en la certeza de que alguien se hace garante de este impulso constitutivo de nuestra humanidad; en la conciencia de que esta espera no será decepcionada o frustrada. Tal certeza coincide con la esperanza. Esto no quiere decir pensar de forma optimista: a menudo el optimismo nos decepciona, al ver cómo nuestras expectativas implosionan, mientras la esperanza promete y cumple.

Hermanas y hermanos, ¡Jesús Resucitado es la garantía de esta llegada! Él es la fuente que sacia nuestra sed ardiente, la sed infinita de plenitud que el Espíritu Santo infunde en nuestro corazón. La Resurrección de Cristo, de hecho, no es un simple acontecimiento de la historia humana, sino el evento que la transformó desde dentro.

Pensemos en una fuente de agua. ¿Cuáles son sus características? Sacia y refresca a las criaturas, riega la tierra, las plantas, hace fértil y vivo lo que de otra forma sería árido. Alivia al caminante cansado ofreciéndole la alegría de un oasis de frescura. Una fuente aparece como un don gratuito para la naturaleza, para sus criaturas, para los seres humanos. Sin agua no se puede vivir.

El Resucitado es la fuente viva que no se seca y no sufre alteraciones. Permanece siempre pura y preparada para todo el que tenga sed. Y cuanto más saboreamos el misterio de Dios, más nos atrae, sin quedar nunca completamente saciados. San Agustín, en el décimo libro de las Confesiones, capta este anhelo inagotable de nuestro corazón y lo expresa en el famoso Himno a la Belleza: «Exhalaste tu fragancia y respiré, y ya suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz» (X, 27, 38).

Jesús, con su Resurrección, nos ha asegurado una permanente fuente de vida: Él es el Viviente (cfr Hch 1,18), el amante de la vida, el victorioso sobre toda muerte. Por eso es capaz de ofrecernos alivio en el camino terreno y asegurarnos la quietud perfecta en la eternidad. Solo Jesús muerto y resucitado responde a las preguntas más profundas de nuestro corazón: ¿hay realmente un punto de llegada para nosotros? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Y el sufrimiento de tantos inocentes, cómo podrá ser redimido?

Jesús Resucitado no deja caer una respuesta “desde arriba”, sino que se hace nuestro compañero en este viaje a menudo cansado, doloroso, misterioso. Solo Él puede llenar nuestra jarra vacía, cuando la sed se hace insoportable.

Y Él es también el punto de llegada de nuestro caminar. Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido. Somos criaturas frágiles. El error forma parte de nuestra humanidad, es la herida del pecado que nos hace caer, renunciar, desesperar. Resurgir significa sin embargo volver a levantarse y ponerse de pie. El Resucitado garantiza la llegada, nos conduce a casa, donde somos esperados, amados, salvados. Hacer el viaje con Él al lado significa experimentar ser sostenidos a pesar de todo, saciados y fortalecidos en las pruebas y en las fatigas que, como piedras pesadas, amenazan con bloquear o desviar nuestra historia.

Queridos, de la Resurrección de Cristo brota la esperanza que nos hace gustar anticipadamente, no obstante las fatigas de la vida, una quietud profunda y gozosa: aquella paz que Él solo nos podrá dar al final, sin fin.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En las catequesis de este Año jubilar hemos recorrido la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su resurrección, en la que nos revela esa luz que salva y transforma la realidad humana. Como escuchamos en el Evangelio, Él nos promete “vida en abundancia” porque hemos sido creados para una vida en plenitud, para una vida nueva en Cristo. Este deseo coincide con la esperanza que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones.

Hermanas y hermanos, ¡Cristo resucitado es un puerto seguro en nuestro camino! El Resucitado es la garantía de esta esperanza que no quedará defraudada. Él es fuente perenne de vida plena.

Nos acompaña en el viaje de nuestra historia, a veces dolorosa; y Él, que es la meta, nos conduce a casa en donde somos esperados, amados y salvados. Caminar junto a Jesús, con nuestra condición de creaturas frágiles, significa experimentar que somos cuidados, saciados de nuestra sed y reconfortados en las pruebas y dificultades de nuestra vida.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Roguemos al Señor para que quienes se sienten desanimados o cansados de la vida, descubran en el Resucitado la paz profunda y llena de gozo que solamente él nos puede dar. Que Dios los bendiga.


Papa León XIV













Fotos: Vatican Media, 15-10-2025

“Santa Teresa de Jesús: un don para la humanidad”, un documental testimonial a partir de personas que han visto transformadas sus vidas por Dios a través de la espiritualidad de la doctora de la Iglesia

Camino Católico.- “Santa Teresa de Jesús: un don para la humanidad” es un documental testimonial de una hora y media de duración realizado por el   ‘El Rosario de las 11 p.m.’ en el que se aborda la vida de la santa, sus principales hitos históricos, sus experiencias místicas, su reforma de la Orden del Carmelo, los conventos que fundó por toda España y las obras literarias que nos han llegado. 

El documental está narrado desde la perspectiva de sus hijas e hijos espirituales. Todos lo que intervienen en él tienen una profunda vinculación con la Santa, y, de alguna manera, es como conocer a una madre a través del legado humano y espiritual que encontramos en sus hijos.

Por las limitaciones de la producción, está basado en los testimonios y los rostros de quienes comparten la experiencia tan reveladora de la Doctora de la Iglesia: Dios está vivo, puedes tener un encuentro personal con Él y mora en nuestro interior. La relación con Él no es un conjunto de normas morales y de ritos para tranquilizarnos sino que es un apasionante diálogo constante con Alguien que tiene un plan para cada uno de nosotros y se empeña en que lo vivamos para nuestra felicidad, aunque con demasiada frecuencia no coincida con lo que a priori apetecemos.

Son conversaciones llenas de vida, de luz y de riqueza interior, porque si algo caracteriza a la Santa y, a su rastro a través de los siglos, es su vivencia intensa de cada día, hasta encarnar al propio Cristo en nuestro ser por el Espíritu Santo.

Para este recorrido se nos han abierto las puertas de la clausura, de la Universidad de la Mística, y de rincones y hogares donde resuenan vivos hoy los pasos de Santa Teresa.

A lo largo del documental participan cinco monjas carmelitas descalzas, incluida la madre superiora; tres monjes carmelitas descalzos, uno de ellos prior del convento y los otros profesores universitarios. También aparece un sacerdote escritor que frecuentemente busca la intercesión de Santa Teresa. Finalmente, se incluye una catedrática de literatura española, experta en el Siglo de Oro, que confiesa: “Santa Teresa me ha cambiado la vida”.

Daniel Muñoz, 25 años: «Peregrino a pie y sin dinero, confiado en la Providencia durante un año por los santuarios marianos de España porque ha sido una llamada del Señor; lo he parado todo por amor a Dios»

Daniel Muñoz espera tardar un año en recorrer los santuarios marianos de España / Foto: Daniel Muñoz

* «Siempre he sentido que la vida del Señor estaba ahí. Tuve mi época como adolescente, como cualquiera, pero luego sentí que el Señor había vuelto a mi vida, que era su oveja descarriada, que Él me había recuperado. Dios me ha ido ayudando como catequista con muchos jóvenes, voy a misa diaria, visito a la gente para hablar de la Palabra de Dios…. Ahora, cada día peregrinando rezo con la Liturgia de las Horas, y, luego, una oración más personal que el Señor me puso en el camino, que es para darle gracias por todo, que lo que consigues es gloria suya, una oración muy íntima. Y, por supuesto, muchos rosarios a lo largo del día, que cuando los voy rezando el camino se hace más liviano» 

Camino Católico.- Daniel Muñoz tiene 25 años, es de Sevilla, es catequista en su parroquia, profesor, quiere casarse, es el tercero de cuatro hermanos... y cuando iba a comenzar a estudiar una segunda carrera descubrió que tenía que embarcarse en una peregrinación muy singular.

Con su pequeña mochila y unas grandes ganas por evangelizar recorrerá durante un año todos los santuarios marianos de España. Juan Cadarso en Religión en Libertad lo intercepta en la carretera y habla con él sobre esta curiosa misión que le ha trasmitido la Virgen.

-¿Qué te llevó a emprender este camino?

-Fue una llamada del Señor. Estaba rezando un día delante del Sagrario, me quería confesar y el sacerdote tardaba mucho. Mientras esperaba, yo seguía rezando, y me empezó a hervir el pecho, como un ardor bastante fuerte. Un fuego muy grande dentro del pecho, me mataba un pensamiento que era: tienes que peregrinar por toda España.  

-¿Y por qué por lugares marianos? ¿qué importancia tiene la Virgen en tu vida?

-Soy muy mariano desde chico, estudié en un cole de los salesianos. En 2015, estuve visitando a la Virgen de Lourdes y allí sentí un gran abrazo de Ella. Justo cuando tuve la llamada del Señor, lo puse en oración, y me acogí a mi madre, a nuestra Santa Madre, le dije: 'oye, ayúdame a hacer esto que el Señor me ha pedido, que tu hijo me ha pedido'. Y fue Ella la que, en oración, me dijo: 'sígueme a Mí, que siguiéndome a Mí, encontrarás a mi hijo'.

-¿Y cuáles son las rutas? ¿Has hecho algún mapa de por dónde vas a ir?  

-Tengo una ruta... aunque, es verdad, siempre digo que estoy un poco a lo que el Espíritu Santo quiera, que lo mismo me iré por otro lado. Mañana, por ejemplo, voy a Palma del Río, luego a Almodóvar del Río, y lo siguiente es Córdoba, y, llegaré, por fin, a mi primera ciudad. Iré a Córdoba, a Málaga, luego a Granada, bajaré a Almería, a Murcia, a Alicante y Valencia, me meteré en la zona de Albacete, Toledo, Madrid, y luego en dirección a Castellón y Cataluña. Luego iré al norte y bajaré por Castilla y León, buscando el paso otra vez por Extremadura. Terminaré en Sevilla, aproximadamente dentro de un año. 

-¿Y dónde sueles dormir, cómo lo haces?

-Esta es la parte más chula del plan, es la Providencia del Señor, confío plenamente en Él. La  llamada fue hace un año, y ha sido todo un tiempo de discernimiento, en el que cada día he rezado mucho, había que preparar el corazón sobre todo.

La Providencia hace que cada día me esté poniendo ofertas maravillosas, me acogen las familias en sus casas, o, si no me pueden acoger, me preparan una habitación. Los párrocos de cada sitio, y las familias están involucrándose. 

Hoy todavía no tengo donde dormir, confío plenamente en la Providencia. Por la tarde me voy a reunir con el párroco de aquí, que me quiere conocer en la misa de ocho. Estos días atrás he estado durmiendo en hostales, que me habían reservado. Pero, como mi vocación es al matrimonio quiero que sean las familias las que me puedan acompañar cada día.

Daniel recorre las carreteras camino de los santuarios marianos / Foto: Daniel Muñoz

-¿Y siempre vas caminando?

-Bueno, a ver, el inicio es caminando, pero no de forma estricta, lo que la Providencia quiera. Hoy, por ejemplo, por la mañana, tenía un trecho de 12 kilómetros por carretera, y justo apareció un hombre que me dijo que me acercaba. No se trata de cabezonería, si alguien se ofrece, yo encantado.

El Señor tiene un plazo para cada persona que vea esto, muchos deciden ayudarme dándome un vaso de agua, o de comer, o dándome de dormir, o acompañándome a lo que sea. Ahí el Señor está hablando a cada uno de ellos. Si una persona me acerca en coche, Dios también le habla un poquito más al corazón.

-Y cuéntame el origen del nombre de tu peregrinación: 'evanfelizando a pie'...

-Estaba de camino a una misa y se me vino a la mente. Tiene el 'Evangelio', por un lado, porque el Evangelio es, al final, el norte, es la brújula, el Evangelio es la Palabra de Dios, es lo que le da sustento y verdad a todo. Y luego está el 'feliz'. El cristiano está llamado a dar testimonios de la felicidad a todas las personas, sean mejores o peores, pero desde la felicidad. ¿Y qué buscamos? ¿Qué buscan los católicos en esta vida? ¿a qué estamos peregrinando? Pues estamos en camino de la santidad.

-¿Y cómo evangelizas? ¿La gente se acerca y tú les cuentas?

-Eso también es muy bonito, es parte de la Providencia, que son los pequeños los detalles. La Providencia me pone a gente, me dan conversación, se ponen a hablar conmigo, y yo les cuento lo que hago. Ayer me paré en la sombra de un sitio, el hombre de enfrente salió, me preguntó, le conté que era catequista... las distancias cortas son la mejor forma de compartir la fe.

Por suerte la gente me está siguiendo mucho, está teniendo mucha repercusión a nivel de redes sociales. Por un lado, hago un pequeño comentario de la Palabra de Dios y subo vídeos y contesto a todos los mensajes que me escriben por privado.

-¿Cómo reaccionó tu familia, y tus amigos, cuándo les dijiste que te ibas?

-Mis amigos... todos encantados, les pareció maravilloso, yo le llamo a esto 'bendita locura'. Tengo un director espiritual y se lo comenté, y siempre he tenido su apoyo desde el principio. Mis hermanos, todos fantásticos, y, cuando se lo dije a mis padres, me notaron tanta paz, de saber que verdaderamente confiaba en el Señor, que esa paz se la podía transmitir a ellos.

- ¿Cuéntanos un poco tu vida de fe? ¿eres de familia católica?  

-Nosotros somos una familia católica, siempre he sentido que la vida del Señor estaba ahí. Tuve mi época como adolescente, como cualquiera, pero luego sentí que el Señor había vuelto a mi vida, que era su oveja descarriada, que Él me había recuperado. Dios me ha ido ayudando como catequista con muchos jóvenes, voy a misa diaria, visito a la gente para hablar de la Palabra de Dios...

-¿Y tu obispo qué te ha dicho?

-Me quedaba mes y medio para irme y pude acercarme a verlo y me recibió, se lo comenté y fue precioso. Me atendió en su despacho, le pareció fantástico, me bendijo y fue maravilloso.

-¿Y tienes alguna rutina de oración durante las jornadas?

-Tengo, por un lado, la Liturgia de las Horas, y, luego, una oración más personal que el Señor me puso en el camino, que es para darle gracias por todo, que lo que consigues es gloria suya, una oración muy íntima. Y, por supuesto, muchos rosarios a lo largo del día, que cuando los voy rezando el camino se hace más liviano.

-¿Y qué llevas en la mochila?

-Llevo muy poquitas cosas: un par de camisetas, un pantalón de repuesto, bolsa de aseo, unos cuantos medicamentos, una toalla y un par de chubasqueros, un cortaviento y un polar. Llevo muy poquitas cosas pero aún así pesa mucho la mochila, me pesa 6 kilos y medio. No sé qué quitar para que me pese menos.

-¿Tienes algún santuario mariano que te haga especial ilusión?

-Covadonga me haría mucha ilusión, y Guadalupe, también.

-¿Y cómo esperas que te ayude esta peregrinación?

-No voy con expectativas, pero sí te puedo decir que antes de salir, durante todo este año de tanta oración, de cuidar los pequeños detalles... he notado que el Señor quería que fuera todavía más humilde. Estoy conociendo tanta realidad y tantas cosas buenas y maravillosas que me está haciendo ser mejor persona cada día.  Todo lo que me va a ocurrir me va hacer muchísimo bien. 

¿Por qué un chaval de 25 años ha parado todo y se ha ido a andar? Por amor a Dios, ojalá sea eso lo que todo el mundo aprenda y acerque a muchas personas al Señor, ese es mi único objetivo. Sé que hay mucha gente rezando por mí, te prometo que noto cómo hay muchas oraciones por mí, no sé cómo explicártelo, pero se nota, de verdad.

Ramón Mirada fue rebelde, se introdujo en la delincuencia, las drogas y quiso suicidarse, pero «Dios se sirvió del abrazo de un sacerdote y entendí que Él era mi padre; quería estar como una lapa con Jesús y soy cura»


El padre Ramón Mirada tuvo un encuentro personal con el Señor que lo transformó en aquel instante, su vida cambió radicalmente

* «Sólo esta actitud del sacerdote ya me cambió. Dios se sirvió de esto. ‘¿Quién eres?’ Soy Pachús… y me dio un abrazo. Nadie me había dado un abrazo en mi vida. En ese momento rompí a llorar y empezó a escucharme. Le conté todo y fue la primera persona a la que no mentí. Me quité el disfraz. Me sorprendió su mirada. No fue una mirada de juicio como me había prometido el demonio, fue la mirada de Dios, me dejó descolocado. Me sorprendió al decir: ‘¿Y qué? Más grande es la misericordia de Dios’. La gratitud a Dios me hizo explotar. ¿El cielo es para mí? Empecé a ir a misa todos los días. Desde entonces he comulgado todos los días de mi vida. Me iba enamorando  y enamorando de Jesús, y el cura veía vocación en mí, pero yo lo veía imposible» 

Vídeo del testimonio del padre Ramón Mirada en Mater Mundi

Camino Católico.-  Ramón Mirada, conocido por todos como el Padre Pachús, es un sacerdote diocesano de la Diócesis de Getafe, que primero desarrolló su labor en la parroquia de la Inmaculada de Alcorcón y ahora lo hace en la de San José Obrero de Móstoles. Su camino hasta el sacerdocio no fue nada sencillo, pues antes renegó de Dios de una manera tan beligerante que le llevó a una rebeldía extrema, a la delincuencia, al consumo de drogas e incluso a la blasfemia, rompiendo y miccionando sobre un crucifijo. Incluso intentó suicidarse.

Una actitud que surgió en su infancia

Como otros muchos conversos fue al tocar fondo y gracias a la fe inquebrantable de su madre cuando decidió agarrarse a la única mano que seguía tendida, la de Dios. Y fue en la Iglesia donde descubrió un amor que él creía que no existía. Se confesó, comulgó y desde entonces no ha faltado un solo día a la Eucaristía.

En una entrevista en Mater Mundi TV , el padre Pachús relata que los problemas en él empezaron desde que era un niño. Tenía otros tres hermanos, pero en vez de verlos como un don para él eran una desgracia, pues Ramón pensaba que era Dios le había creado mal. Ellos eran todo lo que él no era: inteligentes, buenos deportistas, sociables…

El padre Ramón Mirada un domingo de Ramos

Sin ilusión en su Comunión

Esto le hizo aislarse y tener pocos amigos. Pero al colegio llegó otro niño, con grandes problemas familiares, y se aprovechó de él, lo que le hizo encerrarse aún más. “Yo en mi comunión no tenía ilusión. O Dios no existía o era un traidor. Y empezó en mí una etapa muy egoísta".

Comenzó a moverse en el mundo del hip hop, y sus estudios seguían yendo fatal. Por ello, sus padres decidieron cambiarle de colegio y llevarle a uno religioso. Ahí Ramón explotó. “Duré tres meses, por dos razones. Una, porque era religioso y me reventaba. Y dos, porque era un colegio de pijos, todo lo contrario a lo que quería ser”, afirma.

Quemar el colegio con gasolina

No se relacionaba con los compañeros, empezó a fumar y a rodearse de malas compañías. Sus padres se convirtieron para él en sus grandes enemigos. Entonces llegó su bajada a los infiernos. Cuenta Ramón que “hubo un día que odiaba tanto que se me fue la cabeza, cogí un bidón de gasolina y prendí el pasillo del colegio.

No quemé el edificio pero casi, tuvieron que venir los bomberos”. En ese periodo, también había robado todos los ahorros a un compañero del colegio.

No podía seguir en aquel centro. Entonces, sus padres pensaron que en un reformatorio de Sigüenza, Guadalajara. “El internado me sirvió para empeorar. Me acabaron echando también. Era un peligro vivir, se veían pistolas, navajas, cocaína, heroína…”, relata este sacerdote.

El padre Ramón Mirada en una clase con alumnos

La bajada a los infiernos en el internado

Para él, era una “situación que me superaba por todas partes. No tenían piedad conmigo y fueron a por mí. Cada noche al final era una lucha para intentar que no abusaran de mí. Allí perdí toda la inocencia que tenía. Y entonces, una de dos, o dejaba que me destruyeran o me tenía que hacer peor que ellos. Y elegí la segunda”.

Ramón llegó a este punto a través de las drogas, pese a que apenas estaba empezando la adolescencia. Era, en su opinión, “el camino más sencillo, y también el más fácil para destruir la vida. Da dinero, traficar con ellos me daba mucho dinero y mucho prestigio. No te das cuenta de que te empiezas a enganchar”.

Drogas, delincuencia, policía…

Este sacerdote cuenta a los jóvenes de su parroquia esta experiencia con la droga, cómo ha enterrado a varios amigos por sobredosis, y cómo “es una rueda que está en cuesta hacia abajo, y no va a parar. En mi caso fue así”.

Su descenso a los infiernos continuó. Intentaron echarle del colegio, fue detenido por la Policía por realizar grafitis en un tren, le pillaron con droga… Al final tuvo que dejar el internado y volver a Madrid. Pero le volvieron a coger con drogas y también le expulsaron.

El padre Ramón Mirada celebrando la Eucaristía 

El intento de suicidio

“Tanto fracaso escolar, cuatro colegios, no había visto a nadie que me quisiera, porque yo era ciego para ver el amor de mis padres. Tenía 16 años, y de repente, me preguntaba, ¿esto es la vida? ¿Para qué seguir? La idea no me abandonaba (…). Y me intenté suicidar”.

Sin embargo, “dos ángeles”, sus padres, lo impidieron. Pachús recuerda que sus “padres rezaron, hicieron penitencia y mi madre viéndome tan incompleto se me tiró de rodillas y me pidió que fuéramos a una parroquia”. Ya sin nada que perder decidió ir.

El encuentro radical con Cristo

Llegó a la parroquia y llegó la primera sorpresa. El párroco le recibió feliz y sonriente. Hasta ese momento, los sacerdotes eran para él horribles, en el internado habían pegado a curas e incluso habían roto crucifijos delante de ellos…

“Sólo esta actitud del sacerdote ya me cambió. Dios se sirvió de esto. ‘¿Quién eres?’ Soy Pachús… y me dio un abrazo. Nadie me había dado un abrazo en mi vida. En ese momento rompí a llorar y empezó a escucharme. Le conté todo y fue la primera persona a la que no mentí. Me quité el disfraz. Me sorprendió su mirada. No fue una mirada de juicio como me había prometido el demonio, fue la mirada de Dios, me dejó descolocado”, explica Ramón.

El padre Ramón Mirada en plena Eucaristía con un acólito  

No ha dejado de comulgar ni un solo día

Cuando terminó de contarle todo el mal que había hecho, este sacerdote le volvió a sorprende: ‘¿Y qué?’, le espetó a este joven. Y completó la frase: ‘más grande es la misericordia de Dios’.

De aquel momento recuerda que “la gratitud a Dios me hizo explotar. ¿El cielo es para mí? Entonces entendí quien era Dios. En esa misma confesión entendí que Dios era mi padre”.

Su vida no cambió de manera progresiva. Fue un cambio radical. Había descubierto algo nuevo y no quería que nadie ni nada se lo arrebatara. “Quería estar como una lapa con Jesús. Empecé a ir a misa todos los días. Desde entonces he comulgado todos los días de mi vida”.

Una vocación imposible que se hizo posible

Dejó todas las malas amistades que tenía y su ambiente pasó a ser el de la parroquia. Afirma que “me iba enamorando y enamorando de Jesús, y el cura veía vocación en mí, pero yo lo veía imposible”.

Hasta que finalmente un día tuvo claro que Dios le llamaba. Se lo dijo a sus padres, que no paraban de llorar de la emoción. Habían visto a su hijo muerto en vida y ahora le veían como una nueva criatura. Y pese a que los años del seminario no fueron fáciles debido a los estudios y a que se sentía indigno para este ministerio, finalmente se ordenó y tocó el cielo al poder celebrar la misa.

Ahora es un activo sacerdote, con gran tirón entre los jóvenes y muy activo en la evangelización. Es un hombre nuevo.